Las burbujas son un imprescindible en los vinos espumosos y, además de una grata experiencia, pueden brindarnos muchos detalles sobre la calidad de lo que estamos tomando. Se producen en la misma botella, después de provocar la segunda fermentación.
En las características de las burbujas influyen muchos aspectos: el método de elaboración, la calidad el vino base, las condiciones de servicio…
¿Qué características de las burbujas nos indican que estamos ante un espumoso de gran calidad?
Ante una copa de espumoso, fíjate en el tamaño y la velocidad de las burbujas. Las burbujas pequeñas y de ascenso lento te indicarán que estás degustando un espumoso de alta calidad.
Observando la copa, te darás cuenta de que se forman finas hileras de burbujas que ascienden desde las paredes de la copa hasta la superficie. Se conocen con el nombre de “rosarios” y deben ser muy finos y persistentes. Los mejores espumosos contienen muchas hileras de burbujas, finas y que perduran en el tiempo.
La espuma que se forma en la superficie también nos indica la calidad del cava. Después de servirlo, mira en la copa qué superficie cubre la espuma. Si cubre toda la superficie, se trata de un excelente espumoso. También son de buena calidad aquellos en los que la espuma ocupa entre un cuarto y la mitad de la superficie.
Controla cuánto tiempo tarda la espuma en dispersarse. Cuanto más tiempo tarde en diluirse, mayor es la calidad con la que se considera el espumoso. Evita aquellos en los que la espuma se disuelve en pocos segundos tras el servicio.
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